Se sentó bajó la ventana, se sentó con un café en las manos, fuera llovía. Ella era lo que Barrie había construido: una niña que no evitaba crecer, pelo de luz pesada, ojos azules casi negros y boca rosa, muy rosa y con esa esquina bordada que funciona como balcón babilónico.
El castillo estaba terminado, un cono blanco que lucía traslúcido por la luz que entraba. Un castillo triangular que aumentaba su tamaño en giros que se iban haciendo más y más angostos. Empezaba en el suelo y llegaba al otro extremo de la cama, una obra arquitectónica como puente sin río abajo, un palacio sin puerta pues los arácnidos sólo construyen trampas que no deben dejar a sus víctimas escapar. Cuando los padres lo vieron encontraron un telar de azúcar que no dejaba ni al aire pasar.
Leí la obra de Peter Pan: “¿Por qué Wendy puede pedir que se le construya una casa y yo no? Escuchaba a sus papás fuera de su cuarto, hacían planes y trazaba futuros intangibles para ella. Ella bebía café y contaba las gotas de lluvia, las congelaba en burbujas y las guardaba para poder soñar; tener imágenes livianas que como polvo de hadas la hicieran volar.
Llegó la última araña a la cima, tejió el último punto de la escalinata, saboreo su tela araña, lamió un extremo para comprobar que supiera a dulces de anís: glucosa y humedad en dosis suaves para una niña. Después descendió colgada a un delgado hilo transparente que la dejó ver desde el suelo la estructura perfecta que habían creado.
Se acostó en la cama, con el libro en las manos, cerró los ojos y se transformó en una estatua coloreada, una expresión del hiperrealismo encerrada en el simbolismo de lo onírico surreal. Mientras soñaba gritó una y otra vez, yo también quiero que me construyan una casa.
Arañas perdidas, arañas verdes y delgadas que no podían dormir por lo gritos de la niña salieron de debajo de la cama, llevaban más de un mes con el problema de la estatua ruidosa. Por una noche los arácnidos desesperados serían niños perdidos, con conciencia de avellanas y deseos de cuentos para dormir comenzaron a construir una casa, un palacio falso para Wendy falsa.
La luz: una mezcla de verano y gasa, una especie de humo que la despertó, el espacio estaba caliente. Los niños perdidos entraron por la ventana y construyeron una casa, una casa sin aire ni agua, un espacio gigantesco que asfixiaba poco a poco a la lectora de teatro.
2 comentarios:
son las aranitas que estan entre las hojas del cuerpesito de un librero,aveces las mas patonas son las que se esconden en alicia o peter pan,construyen columpios y juegan con su azucar.
tere.
hace mucho que no escribía esta arañita, felicidades y gracias por tu esperado regreso. TQ
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