lunes, 17 de marzo de 2008


En un desierto verde, vive un niño en los espejismos del sol, un soldado pequeño que se perdió en las muchas de las guerras que no ganó, adora ver el horizonte lineal en un mundo esférico. Gusta de tener color durante el día, pero prefiere ser blanco durante la noche, pues la luz lunar lo convierte en parte de ella, obtiene las facciones de una perla terrestre, sin embargo cuando más tétrico es, nacen las estrellas que insisten en convertir la penumbra noctámbula en un espectáculo de luces, en deshacer la delgada y apenas visible capa de nubes; dejándolas como el polvo de los agujeros negros. El niño en venganza dispara contra ellas las perfora y se baña en el brillo líquido de sus nunca más enemigas.


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