domingo, 17 de enero de 2010
Oreo
Death by Oreos, Daniela Edburg, http://www.danielaedburg.net/#/content/pictures2/MUERTEPOROREOS.jpg/
Sin dulces, sin azúcar, sin chocolate, sin risas a la hora del té, sueños en una vieja dulcería:
Por fuera; una delgada y alta puerta verde, una vitrina de vidrio impalpable que permitía ver un escenario que nunca cambiaba: pasteles de verde ficticio eran las montañas, un castillo de galletas frágiles, galletas de papel dulce, caballeros con piernas de chocolate y sacos de caramelo, un diminuto tren cuyo mecanismo dependía de un burro llevaba en los vagones de azúcar casi invisible.
Por dentro; un golpe de la puerta en una pequeña campana de cobre. Estanterías llenas de frascos, un frasco para esferas de colores (infinitas capas que mutaban mientras uno llegaba al final inalcanzable), un frasco para bastones (blanco y rojo, blanco y rojo repetición retórica de Noche Buena), un frasco para chocolates con diferentes figuras (todas ellas cantaban para impedir dormir al dulcero), un frasco para paletas rojas (falsas cerezas congeladas), un frasco para dulces de café y de mantequilla (escarabajos inmóviles que sabían a las tardes sin sol, pero con chimenea), un frasco para las semillas empapadas en azúcar (pájaros sin alas que buscaban nueces, almendras, avellanas y castañas para cristalizarlas y convertirlas en el postre de los niños que llegaban a sus jardines). Después de los frascos estaban cajas y cajas verdes que guardaban secretos con envolturas de colores brillantes.
Para Alicia las puertas se cierran, el recorrido en reversa la deja oler pero no siquiera mirar. Tiene prohibido acercarse a los dulces y al color por lo que su mamá a construido, la casa de paredes blancas y adornos negros, su vestuario siempre es una blusa blanca y un traje negro, su hija es de piel blanca y ojos y pelo muy negro, una imagen del cine mudo que le permite leer sin distraerse; los loros al tocar sus tejas oscuras se convierten en cuervos, la mariposas si no se pintan de blanco se desvanecen como tejidas en la niebla.
Alicia jugaba en el jardín: un patio de mármol con estatuas negras. Jugaba ajedrez con ella misma, hasta que detrás del jardín se acercó un hombre viejo: barba de espuma, traje morado y verde y un sombrero de felpa, pasos largos como arlequín danzante, se acerca a la niña, sus ojos son grises y su boca huele a chocolate. Saca de su saco un bolsa de dulces que Alicia lanza por miedo a los colores y entonces el hombre tira las piezas de ajedrez y las sustituye por galletas blancas con negro, vainilla encerrada en chocolate. Al principio ella sigue jugando, después lame una de las galletas, apenas las toca con la lengua que se oscurece, sabe a la noche dulce ahogada en leche. Ya no juega se dedica a comerse la piezas.
Una vez que acabó, sube a su cuarto y descubre sus muebles sustituidos por galletas, toda la noche mientras recita a Hoffman Alicia come y come hasta ser un cadáver de vainilla y chocolate.
El cuerpo fue encontrado, la niña bajo montones de galleta, la madre lleva el cuerpo, lo coloca en el jardín junto con el resto de estatuas. Es una estatua que, durante las mañanas de sol blanco, se ve a una mujer lamiéndola y llenándose de migas de chocolate.
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2 comentarios:
tico intenso y tragico fantastico pequeñita fantastico sin lugar a dudas
mmm, demasiado dulce para tí, jajajajaja, pero como siempre excelente.Te quiero.
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